La reconocida periodista, Piedad Osorio, en su fiesta de jubilación, recordó que al cumplir 22 años y graduada de la Universidad Pública en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, ingresó a trabajar en el canal de televisión, que vio pasar los mejores años de su vida.
A los pocos meses de entrar al canal, quedó embarazada de su primogénito y contrajo nupcias con Roberto. Luego de dar a luz a Rogelio, quedó embarazada de María Pía, y a los dos años, de su último hijo, Pedro.
Cuando Pedro cursaba el último año en la universidad, una secretaria en la facultad llamó a Piedad para reportar la falta de pagos de los últimos meses, y advirtió que Pedro no podía graduarse. Piedad llamó a Roberto buscando una solución, porque él era profesor en la misma universidad, sin obtener respuesta.
Al llegar, decidió ir a la oficina de su esposo y, sin tocar la puerta, entró. El “profe Roberto” besaba apasionadamente los labios a una de sus alumnas. La sorpresa y reacción, confirmaban la traición. En la noche del mismo día, Roberto se llevó su ropa, juró no volver y afirmó con gritos que “Piedad era una amargada, muy vieja para entender su aventura” y con un portazo, se marchó.
En aquel momento, la vida de Piedad se detuvo, se le acabó la batería al reloj que marcaba las horas, los días, los meses y los años. Se desconocía así misma, había perdido el horizonte de su vida, se recriminaba el haber dedicado su vida entera a trabajar, al cuidado de sus hijos y esposo; olvidándose de ella.
Los cafés con amigas, las salidas nocturnas y su cumpleaños quedaron de lado, para atender las demandas de su familia. La casa con 4 habitaciones se veía vacía, y ella, se sentía sola y triste.
Una tarde, Piedad rompió la rutina, decidió ir a un parque cercano para distraer su mente. En el camino, recordó que cerca había una cafetería donde vendían envueltos de maíz en hoja de plátano, con café recién molido. Entró y se sentó, mientras esperaba sus alimentos, encontró una publicidad que decía: ¿Qué tan exitosa consideras tu vida?
El estado de ánimo de Piedad, no le permitía responder preguntas, sin embargo, la idea le rondó en la cabeza hasta llegar a su casa, donde se evaluó y escribió: “0% exitosa”; palabras que llevó consigo por algunos años.
Con el paso del tiempo, Piedad sintió necesidad de ir a terapia psicológica, a interesarse por temas espirituales, meditar y aprender a generar armonía entre su interior y exterior.