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Define tu Vida

¡El Encanto de la Vida Simple!

¡Vivir es formidable! Sin embargo, muchas veces nos sentimos agobiados, perturbados y sentimos que perdemos el rumbo. ¿Por qué?
Una de las razones más comunes es porque cargamos nuestra cotidianidad de numerosos asuntos que nos distancian de lo esencial. Nos embarcamos en un sin numero de fines que no podemos realizar y que nos impiden realizar lo que verdaderamente es importante.
Perdemos lo maravilloso de una vida simple. De una vida centrada en lo que queremos. Enfocada en nuestro propósito. Por eso es fundamental saber que es esencial para nosotros. Tener claro que queremos, cuál es nuestro propósito, meta, objetivo… En cada quién cambia el propósito, lo importante es tenerlo claro.
Por nuestra naturaleza estamos expuestos a querer hacer muchos asuntos, a querer hacer tres proyectos a la vez, tres metas diferentes y enormes al mismo tiempo, y en el fondo, lo que hacemos es impedir que logremos cada una.
O peor, que desistamos de lograr alguna porque al no poder dedicarle el tiempo adecuado y enfocarnos en ella, nos creemos la idea de que no fue posible lograrlo.

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Lo que te propongo es que simplifiques tu cotidianidad. Explora en tu interior que es verdaderamente necesario, que es lo que realmente quieres lograr y te enfoques en eso. Luego, puedes enfocarte en tu otro objetivo y lograrlo también.
Lo primero es limpiar tu agenda de “tengo que”. Nos engañamos a nosotros mismos pensando que tengo que hacer esto, tengo que hacer aquello… cuando te liberas del “tengo que” tendrás tiempo para aquello que quieres. La idea es que no es falta de tiempo para hacer lo que quieres, es que quieres hacer más de que puedes hacer bien.
La segunda trampa es determinar lo que realmente es urgente. Nos llenamos de “urgentes” y te pregunto, ¿realmente son urgentes? Si tienes en tu agenda cinco asuntos urgentes, es probable que la mitad no lo sea. Que te presionas anotándolo como urgente para tratar de evitar dejar de hacerlo, o que lo dejes por mitad. Porque lo urgente es urgente. No se anota. Hay que hacerlo en ese mismo momento. Urge quiere decir “pronta acción” no anotarlo. Entonces, limpiemos nuestra agenda de lo urgente, de lo que impide centrarnos en lo esencial.
Vivir el presente. Estar consciente de que vives en el presente y que lo que hagas ahora es lo que se convertirá en tu futuro. Es estar plenamente vivo, enfocando todos tus sentidos en lo que haces. Deja de vivir en el pasado, porque si vives en presente alineado con tu propósito y con lo que quieres lograr, vivirás el futuro que quieres.
Deshazte de lo que no quieres ni usas. Mientras más limpio esté tu entorno más energía positiva tendrás, más libertad interior alcanzarás.
Un factor muy beneficioso es aprender a decir que no. Aprende a que tu tiempo y lo que haces, lo decides tú y nadie puede hacerlo por ti, ni estás obligado a hacerlo. A veces, nos acostumbramos a decir que si a todos, confundimos el gesto de ayudar a otro con una obligación que nos termina perjudicando.
Pregúntate. Hacerse preguntas es purificador. Es esencial en la vida. Hazte preguntas como ¿para qué hago esto? ¿Esto está en armonía con mi propósito? ¿Por qué quiero hacer esto?
Ordena tu vida. Recopila tareas simultáneas, como navegar por internet. Si sabes que en la mañana usarás internet para algo, y luego en la tarde para otro asunto, y en la noche para otro. Por qué no usas el internet una sola vez y reúnes esas tres actividades, así el tiempo de las otras dos, lo utilizas para otro asunto. No tengas todo en todas partes, si usas una App en el celular, también la tienes en la tableta, en la computadora, en los demás dispositivos. Distribúyelos, por ejemplo, tengo Twitter en el celular y en esa App posteo, el Facebook lo tengo en la tableta y por ahí posteo. La idea es reducir el tiempo que usamos cada uno de los dispositivos, porque si posteamos en Twitter, en Facebook, en Instagram…. En cada dispositivo, estamos triplicando el tiempo que invertimos en nuestra cotidianidad a las mismas tareas.
Haz algo que te gusta hacer. Escribir, cantar, escuchar música, leer… lo que te gusta hacer para darle a tu espíritu descanso, paz, que respire de la rutina y el sometimiento a la ardua labor de vivir.
Napoleón decía “Vísteme despacio que tengo prisa”. El ritmo acelerado de la vida moderna nos impulsa a querer hacerlo todo rápido, para ayer. Y pienso que cada asunto toma su tiempo adecuado. Es disfrutar del paisaje aunque el fin es llegar a la meta.

En matemática, el ejercicio de simplificar es básico. Depura los factores. Limpia la ecuación. Es lógico. Si simplificas tu vida verás cómo logras enfocarte mejor en lo que quieres, comprobarás que tus resultados mejorarán sustancialmente y tu vida alcanzará un mejor estado interior: ¡El Encanto de la Vida Simple!

¿Cuántas veces hacemos lo que no queremos por no saber decir: NO?

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A pesar de que la palabra NO es simple y corta, nos resulta difícil pronunciar. Pensamos que puede generar efectos negativos en la otra persona o en uno mismo, sin embargo, aprender a decir no tiene una ración muy positiva.

En lo personal, me ha costado mucho aprender a decir que NO, porque a todo le decía que SI. Y eso se va volviendo un círculo vicioso que termina afectándome más a mi que a las personas a las que le digo que sí y el bien que les aporto por hacer lo que ellos quieren.
La mayoría de las personas asociamos decir NO con el sentimiento de culpabilidad, como cuando se rechaza una petición, a una invitación, a un favor o hacer algo que otro quiere que uno haga. Una persona que te pide dinero prestado o un familiar que viene de visita que suponen que tienen donde quedarse contigo.
La culpabilidad funciona mediante la sensación de sentirnos egoístas, de haber sido grosero con el otro o haber hecho sentir mal al otro porque rechazamos su propuesta, y terminamos haciendo lo que el otro quiere aunque no es lo que queremos hacer ni es lo que nos gusta hacer, y a veces, hasta no nos conviene hacer. En cambio, el SI lo asociamos con ser amables, con ser serviciales, y no asociamos ese SI con el hecho de que nos estamos diciendo que NO a nosotros mismos.
Un NO tiene mucho poder y es por eso que es importante saber decir NO cuando no se quiere decir que SI. Posee el poder de defender nuestros derechos, satisfacer nuestras necesidades, evitar que otros nos controles y gobiernen, nos permite mantener firmeza en nuestras posiciones y nos permite vivir nuestras propia vida.
La mayoría de los que no nos atrevemos a decir que NO, no pensamos en que al no decirlo, al no rechazar una invitación a un lugar que no nos gusta, que al no decirle que no a otra persona que quiere que hagamos algo que no queremos hacer, al ceder y decirles que sí, lo que hacemos es hacernos más daño a nosotros mismos que al otro si de decimos NO.
Porque si aceptamos la invitación al lugar que no nos gusta, estamos rechazando ir al lugar que nos gusta. Si aceptamos estudiar la licenciatura que otro quiere que estudiemos, lo que hacemos es rechazar la que si queremos.

Decir SI en lugar del NO, nos habla de nuestra conducta, de la necesidad de aprobación del otro para lo que queremos. Otro elemento que confunde en el momento de decir NO es la inquietud por ayudar a los demás, cuando lo perjudicial es ayudar siempre, decir que sí siempre por este motivo. Un ejemplo que grafica bien este punto es salir siempre con nuestros hijos, ¿y el espacio de los padres a solas? Ese “— Papá ¿puedo ir con ustedes?” dicho con esa carita tristona y esos ojitos bellos, y ahí cae uno y dice: SI. Y es maravilloso salir con nuestra hija, pero le estamos diciendo NO a nuestro tiempo de pareja.
No aprender a decir NO puede apelar a nuestra autoestima, a nuestra inseguridad y al evitar confrontar situaciones. Son elementos que tenemos que revisar con frecuencia en nuestro interior porque no decir NO puede convertirse en una carga emocional tan pesada que puede conllevar que hagamos algo que no queremos hacer, algo que incluso puede ir en contra de nuestros valores, pero como no me atrevo a decir que NO, termino haciendo lo que debo hacer.

Creo, porque me ha funcionado, que la forma adecuada de aprender a decir que NO es definiendo bien donde están los límites de mi persona, de lo que quiero y hago, y donde están los límites del otro, hasta dónde le permito al otro influenciar mis decisiones y lo que hago. Si el otro no sabe hasta donde puede llegar es capaz de vivir nuestra vida por nosotros y eso es insalubre.
Otro elemento que ayuda mucho en este aprendizaje es tener una idea clara de lo que queremos en la vida, tener un propósito, una visión personal, de forma tal, que cuando algo que no esté enfocado en esa dirección, nos permita decir fácilmente: NO.
Aprender a decir NO es importante porque le enseña al otro cómo quiero que me trate y quien es quien decide en mi vida. Es una forma de establecer esos límites en donde cada quien pertenece a su lado de la vida.

Pienso que lo más importante es sacar de la mente ideas como “si digo que no el otro se va a sentir mal”, “que habrá un conflicto si digo no”, “decir siempre que si me hace más amable o considerado», «negarme es de mala educación”.
Decir que NO cuesta mucho, sin embargo, al final, decir que SI cuando quieres decir NO, te resultará más costoso. La diferencia es que el costo de decir que NO se paga al principio, y por no pagarlo, dices que SI; y el costo de decir que SI se paga al final , cuando ya no puedes decir que NO.

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