Si no es recíproco no hay transformación ni cambio, pues la energía simplemente se pierde:
Si dices “te extraño”, y el otro no siente lo mismo por ti,
la energía se pierde.
Si das un abrazo muy fuerte, y el otro no lo sostiene,
la energía se pierde.
Si cocinas algo rico y al compartirlo con amor, el otro no lo agradece,
la energía se pierde.
Si quieres expresarte amorosamente y el otro no lo percibe así,
la energía se pierde.
Si tú pretendes ayudar, y el otro no quiere ser ayudado,
la energía se pierde.
La energía debe fluir libremente, como una espiral ascendente, en tanto, si esto no sucede habrá un derroche energético y lo más evidente será que te sientas triste, cansado e impotente.
Es ahí donde radica la importancia de rodearse de seres con alma pura, seres que te recuerden tu inocencia, que te permitan ser tú mismo, seres que sepan lo que vales y reflejan la luz que siempre eres.